Luego de la revolucion industrial, la insutria textil cobró gran auge. Hubo mayor produccion de telas, a precios accesibles.
En el periodo colonial las pelucas fueron abandonadas por las mujeres, que comenzaron a recoger sus cabellos, adornandolos con alguna joya, cintas o con peinetas de carey o metal para sostener los rulos o bucles. Estas peinetas fueron haciendose más grandes hasta configuararse el peinetón. Sobre estos elevados peinados, se colocaba cofias o mantillas. Sus vestido eran vaporosos, de amplias faldas, que aumentabas su volumen con el uso del miriñaque, una enagua sostenida por arcos metálicos, que se colocaban bajo la falda, de talle alto. Las mujeres de las altas clsases usaban corsé, para estrechar su cintura.
Las mujeres de pueblo vestían simplemente faldas largas, blusas con altos cuellos, y como abrigo, un mantón.
Las familias más adineradas e influyentes, imitaron las costumbres y la moda Europea, adáptandolas a la idiosincracia local, siendo la ropa uno de los modos de mostrar el stratus social, al que la persona pertenecía.
Fue así como las damas de la colonia, pertenecientes a la elite, a la usanza europea, cubrían su cuerpo con una camisa sumamente adornada con encajes, con mangas amplias y volados, sujeta por un corcé, que estrechaba la cintura. Sobre ella se colocaba el jubón, especie de chaleco, que llegaba con sus mangas hasta los codos, con amplio escote, y adherido al cuerpo, destacando sus líneas. Sobre éste se colocaba la cotona, de tela transparente, que unía la parte delantera y la trasera con cintas atadas.
Todavía para ser más suntuosa la vestimenta, se colocaban collares de perlas, muchas veces con el símbolo de la cruz. Bajo la falda llevaban enaguas, a veces más de una o dos, con volados y puntillas en la parte inferior, que se apreciaban al levantarse la pollera o faldellín, sumamente adornada.
La última prenda que se destacaba sobre la pollera, era el delantal, muy trabajado, generalmente en forma coincidente con los ornamentos de las mangas.
Toda la parte inferior del atuendo era levantada por el miriñaque. Sobre la cabeza y los hombros lucían un manto o chal. El calzado era de tela muy fina, como sedas, con hebillas, y con detalles en hilos de oro o plata. Las medias eran de seda, y llegaban hasta encima de las rodillas. Para sostenerlas usaban porta ligas.
Los cabellos con rizos, bucles y/o trenzas se ornamentaban con cintas, alfileres de plata, flores frescas y el peinetón, que sujetaba este elaborado peinado, que a su vez era sostenido por el manto.
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